Mamá
Nunca entendí lo que era ser madre hasta que lo fui ¿Cuántas veces me lo habían dicho? Cuántas veces he juzgado a esas madres primerizas por convertirse en leonas protectoras para después ser yo la reina de las leonas. El sentimiento maternal en mi caso surgió pocas semanas antes de parir (porque sí, también contaba en semanas), pero me convertí en madre en el paritorio del hospital. Jamás podré explicar con palabras lo que viví. Un regalo envuelto en dolor y sangre, inundando de hormonas y cansancio, y acompañado por la banda sonora de tus pujos. En ese momento tu vida cambia para siempre. Ya dejas de ser tú y nace tu mejor versión hasta el momento.
Y piensas en tu madre, que es verdad que daría la vida por ti, y que probablemente el viaje de su vida lo haya diseñado y adecuado para que tú seas lo más feliz posible. Piensas en todas las veces que ha andado contigo aunque tú no lo hayas visto.
Esas madres como la mía, hechas de otra pasta, las más luchadoras del prójimo. Las que empezaron la lucha feminista aún siendo las que siguen ocupándose de todo y en la sombra. Las que están siempre. Las que pelean para que nosotras seamos unas madres más libres. A ellas, y en especial a la mía, les dedico estas palabras. Porque todas somos las mejores madres para nuestros hij@s, pero no hubiéramos podido serlo ni lo seríamos sin vosotras.
Felicidades mamá.
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