Confinamiento

Día 27 de confinamiento... Creo.

La verdad es que la palabra confinamiento no formaba parte de mi vocabulario hasta hace un mes aproximadamente.


Qué palabra más fea, ¿no? Me quedo con la cuarta definición y voy a intentar creérmela y que mi confinamiento sea exactamente eso, encierro voluntario para hacer algo que requiere de mucha concentración.

Hoy tengo un día malo, y por eso voy a publicar esto. Quería cambiar el fondo, currarme más toda la parte visual, y después meter una entrada que hablase sobre la no maternidad. Lo tengo todo en mi cabeza, y lo escribiré, pero hoy necesito desahogarme escribiendo.

Estoy harta de limpiar. Estoy cansada de ver pelusas y polvo donde ya he limpiado. También veo huellas o manchas causadas por manos sucias y me imagino al bicho, el coronavirus, ahí aplastado, y le doy con lejía.
Justo antes de que empezara todo esto, noté que mis manos, poco trabajadas, estaban envejecidas, todas llenas de caminitos y líneas marcando el paso del tiempo. La crema de manos (que odié durante mucho tiempo por ser muy pringosa) empezó a formar parte de mis must diarios. Mi amiga Puri me dijo que su madre le había dicho que la crema hidratante podía ayudar al bicho llegar a ti... Fuera crema y bienvenida lejía a mi vida diaria. Algunos, y disculpadme hombres del mundo, y la mayoría de algunas, ya teníais varios botes de lejía en vuestra despensa para uso diario. YO NO. Para mí este olor diario (que no cotidiano) en las manos, es novedoso, y una puta mierda. Y si ya menciono el estrés y la ansiedad de ir a la compra y lavar todo con lejía (incluidos kiwis), este post se llamaría: Las penurias de las personas bien (salud ok) durante el confinamiento, y paso.

Hoy he recogido toda la casa, como cada día, y después de desayunar he continuado con la tarea de este fin de semana, y el anterior, la ropa. He organizado la última cajonera de mi habitación de la ropa, he limpiado, organizado, preparado en bolsas para dar, hacer trapos (camisetas ya feitas), y tirar todo lo que me faltaba del armario principal, y me he bajado a fregar con lejía un paquete de picos que nos han dado nuestros amigos y vecinos.
Después he cogido un botellín y me he sentado en el patio (siento muchísimo que algunos no podáis disponer de este rincón), y después de tres minutos mirando a la nada, me he puesto a llorar. Qué llorera, madre mía....
Quiero que esto termine, quiero salir y abrazar a mis padres, quiero poder dedicarle a mi abuela el tiempo real que no le estaba dedicando antes y, que ahora, no puede faltar en mi día a día, quiero besar y dar "bocaos" a mis sobrinos, y quiero correr... Empezar en un punto y terminar donde quiera, con mi Bimba, y quiero ver el mar, y que el agua salina de las olas entierren mis pies en la orilla de la playa. Quiero ser lo que siempre he sido, libre, pero con intensidad. Ahora entiendo cosas, ¿vosotros también? Cuando salga haré tanto, lucharé tanto por esa palabra, que, confinamiento, parecerá que solamente existió en una pesadilla, una pesadilla que para muchos, fue mucho peor que la mía, y que lamento muchísimo, y que, para mí, también tendrá sus partes buenas.

Me he levantado por mi segundo botellín con los ojos enrojecidos e hinchados de llorar, y me he encontrado con Benito haciendo sentadillas y se le transparentaba todo su maravilloso trasero. Sonrisa número uno del día.

Anoche soñé que comía en un bar con mis amigas y mi hermana, y me encontraba a Millie Bobby Brown y se hacía mi amiga, además de cruzarnos con abejorros nuevos y poder respirar aire húmedo malagueño.
Ahora estoy pensando en esto mientras escucho You Shook Me All Night Long y pienso en todo lo que vamos a hacer en el teatro cuando salgamos de esta... Mi segunda sonrisa ha aparecido.

Días buenos y días malos, como en la vida.

Truchas Rancias.